BIOGRAFIA


Bajo la firma Dacuré se encuentran los hermanos Pablo y David Cuesta Recio. Su origen se remonta a la pasión de David (27/06/1971) por el mundo del arte, destacando desde joven como dibujante. En 1989 comienza los estudios de Ingenieria Industrial, licenciándose en 1996. En este año toma contacto con las técnicas tradicionales en la escuela de Dibujo y Pintura del Excmo. Ayuntamiento de Villaviciosa de Odón, pintando innumerables retratos, paisajes y bodegones. Desde 1997 hasta 2001 imparte clases particulares de dibujo y pintura y participa en varios certámenes como el de Gregorio Prieto en Valdepeñas y el Premio Penagos de Dibujo en Madrid, realizando varias exposiciones individuales y colectivas en Centros Culturales, Escuelas Oficiales, etc como integrante de la Red de Arte de la Comunidad de Madrid.

Por motivos profesionales, interrumpe su labor creativa hasta el año 2005, año en el que une sus intereses artísticos a los de su hermano Pablo (27/06/1975). Durante cinco años experimentan con materias, pigmentos, formas y utensilios, hasta dar con un estilo propio dentro del informalismo abstracto.

En el año 2010 deciden crear la firma Dacuré, a través de la cuál comienzan a ejecutar sus primeras obras, abandonando la técnicas tradicionales por los empastes complejos.

Su estilo indaga en la materia y en la densidad de las texturas contrastadas. No se trata de una pintura plana, lisa, sino del emerger de la materia con relación al soporte.

 Su obra parte en ocasiones de un objeto, de una idea siempre relacionada con el pasado, con lo antigüo, lo rupestre, lo oriental, objetos coleccionados cual anticuario y todo ello mezclado como un alquimista, usando para ello la materia, una materia creada a base de tierras y pigmentos naturales arrancados literalmente de la tierra, que son arañados y marcados como hacían los antiguos hombres prehistóricos en los “petroglifos” o grabados sobre las superficies rocosas.

En otras ocasiones el artista deja toda la libertad a lo imprevisto de las materias y a la aleatoriedad del gesto, rechazando el dibujo y el control, así como la concepción tradicional de la pintura y su desarrollo, que va de la idea a la obra terminada, pasando por los esbozos y los proyectos, siendo una obra abierta que el espectador puede leer libremente.

Para el artista cobra especial importancia el fondo, muro o suelo, sobre el componen sus grafismos y simbologías basados en caligrafías renacentistas como la caligrafía de espejo del gran Leonardo da Vinci, maestro al que tienen como referente o la caligrafía oriental y más en concreto el “caoshu” o estilo de la hierba, que es un estilo genuino, que no ha surgido de ninguno anterior, que se caracteriza por unas formas sin constreñir, mezcladas a veces entre sí, que suelen salirse del cuadrado virtual.

Finalmente lacran sus cuadros como signo de identidad, como hacían en el pasado emperadores y reyes para marcar su correspondencia, documentos especiales, botellas de vino, etc.
 
Por último destacar que para la elaboración de sus obras crean una atmósfera única que les transporta a otro tiempo pasado y con el que consiguen alejarse de lo cotidiano, de la tecnologías que siendo necesarias, cada día nos ahogan más y más.  Para ello utilizan en su escenario velas, músicas gregorianas, celtas u orientales, y encienden inciensos, logrando un estado de calma y relajación en su entorno que les permite dar rienda suelta a su imaginación y creación.

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