ARTE MATÉRICO


El arte matérico es un arte que intenta acabar con una de las cuestiones más tradicionales del arte: la ilusión. El arte matérico crea lo real del arte. Con la pintura matérica empieza la realidad del punto, de la línea y del plano, y todo ello lo refuerza con la presencia inequívoca de la materia.

La pintura matérica es una corriente pictórica, dentro del informalismo europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Se desarrolló desde finales de los años cuarenta y principios de los años cincuenta. Se considera que surgió en Francia, con la obra de Fautrier y Dubuffet.

Su característica principal es ser una pintura abstracta que se realiza con materias diversas a las tradicionales, incluyendo en el cuadro arena, arpilleria, chatarra, madera, serrin, vidrio, yeso, trapos, etc. Además de añadirle estos materiales no tradicionales, los pintores actúan sobre la obra rompiéndola, arañándola,  con cortes, perforaciones o desgarrones. 

Ya habían existido otros artístas precedentes que introdujeron en el lienzo elementos extraños a la pintura, como los dadaístas y sus object trouvs, o los cubistas y sus collages en los que introducían cajetillas de tabaco o tiras de periódico. Los artistas posteriores al expresionismos abstracto recuperaron esta idea de introducir en la tela objetos cotidianos.

El arte oriental ha sido uno de los propulsores del arte informal, con lo gestual y los conceptos de azar y casualidad.

Con la presencia del collage, de la posibilidad del empleo de todo tipo de materias a la pintura y con la inclusión del automatismo psíquico como medio de expresión y el interés suscitado por la filosofía Zen, nace la producción artística de los principales exploradores de la materia.

En cierto modo la obra de los artistas matéricos está impregnada de elementos autónomos sacados de la realidad, como papeles, cartones, botes, cuerdas, paja, tierras, etc. Y también de resoluciones plásticas captadas de otros movimientos artísticos anteriores, como son el collage, el frottage, el grattage, el fumage, etc.  Lo que existe es una libertad ilimitada en la elección de las formas puestas en acción en el campo compositivo.

El artista matérico, en general, se siente atraído por materiales con historia y no por la materia nueva, con brillo, desecho de la civilización moderna (que atraía el artista pop) y sí por la materia que trae consigo la firma del tiempo.

El artista informal recupera, pues, de su entorno, objetos que evocan historias, objetos ensoñados y portadores de una memoria personal. Detiene también su mirada en las irregularidades del cemento, en los desgastes de los muros urbanos, en las manchas de humedad de las paredes, en las corrosiones y desconchados de la materia.

El interés por el muro se remonta a Leonardo da Vinci, que aconsejaba a sus discípulos que miraran las manchas de las paredes en las que, sin duda, habrían de ver o imaginar las más variadas escenas.

Fue Leonardo Da Vinci el precursor (entre otras muchas precedencias) de la teoría de la “provocación óptica”. Era él quien hablaba de esa mancha que surge en la pared y que crece a favor de su propio aire e impulsa a la fantasía a seguir en su enigmático desarrollo, en su ruta insospechable, las más diversas y extrañas imágenes.

El cuadro matérico es un cuadro-objeto por la materialidad que lo constituye. En la pintura matérica ocurre a menudo que el material, el objeto mismo, es el centro de la obra, su real protagonista.

Queda patente en la pintura matérica, que la textura estriada, la tactilidad de las profundidades y protuberancias acrecientan un elemento de mayor sensorialidad a la obra. Esta calidad de táctil despierta el emerger de la sensibilidad. El cuadro alcanza los sentidos, penetra y se desarrolla en la capacidad del hombre de sentir sensualmente la forma.

Hay en el arte matérico, residuos de casí todas las escuelas de vanguardia: expresionismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo.

Del impresionismo, el arte matérico rescata el gérmen de la pincelada pastosa, llevando esa pastosidad hasta sus últimas consecuencias. Del cubismo recoge el collage, del dadaísmo, la utilización de materiales poco nobles. Y así sucesivamente. De esta forma, el arte matérico queda unido a varios puntos del pasado, aportando, al mismo tiempo, una lógica interna: la expresión de la materia.

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